Domingo 21 de Julio
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis (18,1-10a)
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: «Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo.» Contestaron: «Bien, haz lo que dices.» Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.» Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron. Después le dijeron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?» Contestó: «Aquí, en la tienda.» Añadió uno: «Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.»
Palabra de Dios
Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente
.El que así obra nunca fallará. R/
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,24-28):
Ahora me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a sus santos. A éstos ha querido Dios dar a conocer la gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.» Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Bienvenidos a la
meditación de este domingo, día de la Resurrección del Señor. Lastimosamente el
relato de la primera lectura no contiene el versículo número doce, que le
pondría color didáctico al relato, pero acá se lo traemos: "Así que Sara rió para sus adentros y pensó: "Ahora que estoy pasada, ¿sentiré el placer, y además con mi marido viejo?".
Nos narra el libro primero de Las Sagradas
Escrituras, el encuentro de Dios con Abraham en dónde le anuncia la llegada de
Isaac a sus vidas. Relata el autor la acogida que le brinda el patriarca a Dios,
representado en estos tres visitantes varones, en ellos ve a Dios; por tal
razón se pone de rodillas delante de ellos y los hace sus huéspedes en su casa; solicita agua para cumplir con el rito de recepción después de una posible caminata
por el desierto; solicita a su esposa Sara le prepare algunos panes y, a otros
de sus asistentes preparar todo un banquete para los visitantes, pues traen una
buena noticia. Esta lectura nos ofrece la visita de Dios Padre a la casa de
Abraham. Dios nos visita a nuestro hogar y a nuestra vida todos los días que necesitamos de su presencia, en cada momento que acudimos a su auxilio. ¿Cómo disponemos nuestra casa para su visita, cómo está nuestro corazón cuando lo invitamos a que pase a permanecer en nuestra vida? La vida del Cristiano debe ser siempre en actitud de alegría el Dios de los antepasados nos visita nos acompaña, el Todopoderoso está con nosotros y debemos sentirnos alegres porque somos sus hijos y El Dios creador a nuestro favor.
El Salmo 15, titulado El Huésped de Yahvé, es
una bellísima composición en donde encontramos el código moral
del fiel que aspira a vivir en intimidad con Dios en el santuario de Jerusalén.
No se insiste en las purezas rituales
levíticas, sino en las, morales del corazón; “es como el ceremonial de corte
exigido al que se propone entrar en intimidad con Yahvé.” Este salmo nos
prepara para recibir a Dios en nuestra casa. ¿Quieres que Dios visite tu hogar?
Reconocer el pecado y buscar la santidad practicando la justicia, acerca al
cristiano más a Dios, en su templo sagrado. Es la alegría que ha de sentir el cristiano cuando se dirige a la casa de la comunidad (los hijos de Dios) en dónde se ha de celebrar el culto de acción de gracias para celebrar la salvación que ha querido darnos el Dios Todopoderoso, por medio de su Hijo en el sacrificio.
Mientras tanto la
segunda lectura continúa el relato ya iniciado
el domingo anterior, cuando la comunidad de Colosas es visitada esta vez por la
Persona del Espíritu Santo, con la carta que envía Pablo. ¿Qué finalidad trae
la visita? Pablo viene exhortando a la comunidad a acrecentar la fe en el seguimiento
del nuevo Camino, y describe el sufrimiento que ha tenido que padecer para tal
anuncio, por tal razón no se debe desperdiciar la presencia del apóstol entre
los suyos. Enseña Pablo que su sufrimiento es necesario para completar la
entrega total de Jesús; el dolor de Jesucristo se acrecienta en la medida que
muchos católicos o fieles cristianos, no cambian su comportamiento de vida,
conociendo con anterioridad, acerca de la entrega de Jesús. Una madurez cristiana
tiene sus características: ser sólido en su fe; seguir y conocer a Jesús, leer su
Palabra y cumplir los sacramentos; cambiar de actitud de una vida vieja a un
hombre nuevo; ser lector incesante de la Palabra de Dios; orar constantemente;
realizar su vida vocacional (soltería o matrimonio); practicar la justicia; y
ser un extraordinario cumplidor del mandamiento de la misericordia: el amor, en
el cumplimiento de las obras del amor a sus hermanos, los más rechazados de la sociedad, ellos también quieren experimentar que Dios los ama en sus hermanos.
El relato del evangelio
nos narra un acontecimiento en la aldea de Betania, Jesús el Hijo de Dios visita a la familia de Lázaro que en este momento se encuentra ausente. Marta su
hermana, es la anfitriona y quien recibe a Jesús en su casa; mientras tanto María, hermana también,
en actitud de discípula se encontraba sentada, atenta escuchando, la palabra, a
los pies del Maestro. La encargada de la casa, quiso según la costumbre
oriental, atender a los invitados, pero estaba sola en este oficio y se
desgasta tratando de cumplir con su afán, le pidió al Maestro decirle a María
apoyar la tarea de Marta. La respuesta de Jesús, da mayor importancia a su Palabra en el paso por esta vida cotidiana; muchos han venido a este mundo a realizarse: a nacer, crecer, acreditarse, ser un profesional, vivir de ello, tener una
familia, vivir acontecimientos felices con ellos y morir; pero se nos olvida
que debemos construir una vida para el futuro, era lo que ocurría con Marta; es
importante su labor y la labor de muchos en el servicio, pero es más importante escuchar, y escuchar al Maestro, de cómo
hemos de llegar al reino de los cielos, datos consignados en la Palabra de
Jesús, que era la que tenía en éxtasis a María. Por tal razón si planeamos en
nuestra casa la reunión para compartir la Palabra, debemos con mucho tiempo de
anticipación organizar las viandas para poner toda nuestra atención en el
banquete más importante: La Palabra del Señor. Igual ocurre en el culto de la
Eucaristía, nuestros sentidos deben estar alerta en el momento de la liturgia
de la Palabra, que es el momento del diálogo con nuestro Dios y en la escucha
de su Pronunciamiento. El evangelio nos describe entonces la visita de Dios Hijo a la
casa de Martha y María, trayendo siempre enseñanzas para la salvación.


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