18 de septiembre, Miércoles de la 24ª semana del Tiempo Ordinario. Salt. 4ª semana.
Primera
lectura
Quedan la fe, la esperanza y el amor.
La más grande es el amor
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31–13, 13
Hermanos:
Ambicionen
los carismas mayores. Y aún les voy a mostrar un camino más excelente.
Si
hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no
sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si
tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si
tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.
Si
repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las
llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El
amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se
engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no
se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo
lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa
nunca.
Las
profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento
se acabará.
Porque
conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; más, cuando venga lo
perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando
yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño.
Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora
vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer
es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En
una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es
el amor. Palabra de Dios
Salmo
32, 2-3. 4-5. 12+22
R/. Dichoso el pueblo que el
Señor se escogió como heredad
V. Den gracias al
Señor con la cítara,
toquen
en su honor el arpa de diez cuerdas;
cántenle
un cántico nuevo,
acompañando
los vítores con bordones. R/.
V. La palabra del
Señor es sincera,
y
todas sus acciones son leales;
él
ama la justicia y el derecho,
y
su misericordia llena la tierra. R/.
V. Dichosa la nación
cuyo Dios es el Señor,
el
pueblo que él se escogió como heredad.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti. R/.
Evangelio
Hemos
tocado y no han bailado, hemos entonado lamentaciones, y no han llorado
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 7, 31-35
En
aquel tiempo, dijo el Señor:
«¿A
quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se
asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
"Hemos
tocado la flauta
y
no han bailado,
hemos
entonado lamentaciones,
y
no han llorado".
Porque
vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y dicen: "Tiene un
demonio"; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Miren
que hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores".
Sin
embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón». Palabra del
Señor.
18 de septiembre, Miércoles de la
24ª semana del Tiempo Ordinario. Salt. 4ª semana.
Primera lectura
Quedan la fe, la esperanza y el amor.
La más grande es el amor
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31–13,13
Salmo 32, 2-3.4-5.12+22
R/. Dichoso el pueblo que el
Señor se escogió como heredad
Evangelio
Hemos tocado y no han bailado, hemos entonado lamentaciones, y no
han llorado
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 7, 31-35
El mensaje del evangelio de hoy nos llama a no ser como los niños caprichosos que nunca están satisfechos, sino a abrirnos a la sabiduría de Dios, aceptando su obra en nuestras vidas. Así como el bambú necesita tiempo para crecer, nosotros también debemos confiar en el proceso de transformación divina, sabiendo que Dios, en su infinita sabiduría, hará que sus frutos se manifiesten en su debido tiempo.
La sabiduría de Dios siempre es
justificada por sus frutos, por aquellos que acogen su mensaje y lo encarnan en
sus vidas.
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