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de mayo, Jueves 8a Semana del Tiempo Ordinario. Feria. Salt. 4a semana.
PRIMERA LECTURA
Vosotros sois un
sacerdocio real, una nación consagrada, para anunciar la grandeza de aquel que
os llamó
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pedro 2, 2-5. 9-12
Queridos hermanos:
Como niños recién nacidos,
deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, ya
que han gustado qué bueno es el Señor.
Al acercarse a él, la
piedra viva, rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa a los ojos de
Dios, también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa
espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios
espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Ustedes, en cambio, son una
raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para
anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable
luz: ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes
que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.
Queridos míos, yo los
exhorto, como a gente de paso y extranjeros: no cedan a los deseos carnales que
combaten contra el alma. Observen una buena conducta en medio de los paganos y
así, los mismos que ahora los calumnian como a malhechores, al ver sus buenas
obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita. Palabra de Dios.
Salmo 99,1b-2. 3. 4. 5
R/. Aclame al Señor toda la
tierra.
Aclame al Señor toda la
tierra,
sirvan al Señor con
alegría,
lleguen hasta él con cantos
jubilosos. R/.
Reconozcan que el Señor es
Dios:
él nos hizo y a él
pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de
su rebaño. R/.
Entren por sus puertas
dando gracias,
entren en sus atrios con
himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan
su Nombre. R/.
¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece
para siempre,
y su fidelidad por todas
las generaciones. R/.
EVANGELIO
Maestro,
que yo pueda ver
Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 10, 46-52
Cuando Jesús salía de
Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo
-Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de
que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar:
-«¡Jesús, Hijo de David, ten
piedad de mí!»
Muchos lo reprendían para
que se callara, pero él gritaba más fuerte: -«!Hijo de David, ten piedad de mí!»
Jesús se detuvo y dijo: -«Llámenlo.»
Entonces llamaron al ciego
y le dijeron: -«¡Animo, levántate! Él te llama.» Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia
él.
Jesús le preguntó: -«¿Qué quieres que haga por
ti?»
Él le respondió: -«Maestro, que yo pueda ver.»
Jesús le dijo: -«Vete, tu fe te ha salvado.» En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino. Palabra del Señor
30
de mayo, Jueves 8a Semana del Tiempo Ordinario. Feria.
Vosotros sois un sacerdocio real, una nación consagrada, para
anunciar la grandeza de aquel que os llamó
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro
2, 2-5. 9-12
Salmo 99,1b-2. 3. 4. 5
R/. Aclame al Señor toda la
tierra.
Maestro, que yo pueda ver
Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 10, 46-52
El
relato de Bartimeo nos enseña sobre la importancia de la fe persistente y la
necesidad de buscar a Jesús activamente en nuestras vidas. Nos invita a
reconocer nuestras propias "cegueras" y a clamar a Dios con
confianza, sabiendo que Él escucha nuestras súplicas y tiene el poder de
transformarnos. La historia nos recuerda que la verdadera curación viene de un
encuentro personal con Jesús, quien nos llama a seguirle y a vivir en la luz de
su amor y misericordia.
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