22 de noviembre. Miércoles
de la 33ª semana del Tiempo Ordinario.
Memoria Obligatoria. Santa
Cecilia, virgen y mártir. Salt. 1ª semana.
PRIMERA LECTURA
El Creador del universo os devolverá el espíritu y la vida
Lectura del Segundo libro de los Macabeos 7, 1. 20-31
Fueron detenidos
siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones
de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.
Incomparablemente
admirable y digna del más glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir
a sus siete hijos en un solo día, soportó todo valerosamente, gracias a la
esperanza que tenía puesta en el Señor. Llena de nobles sentimientos, exhortaba
a cada uno de ellos, hablándoles en su lengua materna. Y animando con un ardor
varonil sus reflexiones de mujer, les decía: —«Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no
fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los
miembros de su cuerpo. Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al
hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá
misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de
sí mismos por amor de sus leyes.»
Antíoco pensó que
se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún
vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le
prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las
tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su Amigo y
le confiaría altos cargos. Pero como el joven no le hacía ningún caso, el rey
hizo llamar a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo, a fin de salvarle
la vida. Después de mucho insistir, ella accedió a persuadir a su hijo.
Entonces,
acercándose a él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna:
—«Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve
meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crie y eduqué, dándote
el alimento, hasta la edad que ahora tienes. Yo te suplico, hijo mío, que mires
al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios
lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma
manera. No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y
acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la
misericordia.»
Apenas ella terminó de hablar, el joven dijo: —«¿Qué esperan? Yo no obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.» Palabra de Dios.
SALMO 16, 1. 5-6. 8b y 15
R. Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia.
Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad. R.
Mis pies se mantuvieron firmes
en los caminos señalados:
¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:
inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. R.
Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia. R.
EVANGELIO
¿Por qué no entregaste mi dinero en préstamo?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28
Jesús dijo una
parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de
Dios iba a aparecer de un momento a otro.
Él les dijo: —«Un hombre de
familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar
en seguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata
a cada uno, diciéndoles: “Háganlas producir hasta que yo vuelva.” Pero sus
conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de
decir “No queremos que este sea nuestro rey.”
Al regresar,
investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había
dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó
y le dijo:
“Señor, tus cien
monedas de plata han producido diez veces más.” “Está bien, buen servidor, le
respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez
ciudades.”
Llegó el segundo y le dijo: “Señor, tus cien monedas
de plata han producido cinco
veces más.” A él también le dijo: “Tú estarás al
frente de cinco ciudades.”
Llegó el otro y le
dijo: “Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un
pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres
percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado.” Él le
respondió: “Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que
soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo
que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo
hubiera recuperado con intereses.”
Y dijo a los que
estaban allí: “Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces
más.”
“¡Pero, señor, le
respondieron, ya tiene mil!”
Les aseguro que al
que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. En
cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y
mátenlos en mi presencia.»
Después de haber
dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Palabra del Señor.
Jesús cuenta la parábola de las minas, que es única en el Evangelio de Lucas. Aquí hay un resumen del pasaje:
En este relato, un
noble se va a un país lejano para recibir un reino y deja a sus siervos a cargo
de ciertas sumas de dinero, llamadas minas. A su regreso, el noble evalúa cómo
sus siervos han invertido el dinero. Algunos han obtenido ganancias, mientras
que uno ha enterrado su mina y no ha obtenido ningún beneficio.
La enseñanza
principal de la parábola es que Dios ha confiado a cada individuo ciertos dones
y responsabilidades, y espera que los usemos y desarrollemos en servicio a su
reino. Aquellos que son fieles en el uso de lo que se les confía serán
recompensados, mientras que la negligencia y la falta de acción serán
condenadas.
Desde una perspectiva
teológica y espiritual, Lucas destaca la importancia de la responsabilidad, la
fidelidad y la acción en la vida del discípulo. Se nos recuerda que somos
administradores de los dones y recursos que Dios nos ha dado, y se espera que
los usemos para el bien común y para avanzar en el reino de Dios en la tierra.
La parábola
también sugiere que la espera del retorno del Señor no debe llevar a la
inactividad, sino a una diligencia activa en la obra del Señor. Los discípulos
son llamados a estar comprometidos y activos en la expansión y el desarrollo
del reino de Dios mientras esperan su plena manifestación.
En resumen, el
pasaje de Lucas 19,11-28 nos presenta una propuesta teológica y
espiritual centrada en la responsabilidad, la fidelidad y la acción diligente
en el uso de los dones que Dios nos ha confiado, todo ello en el contexto de la
espera activa del retorno del Señor y la plenitud del reino de Dios.
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