viernes, 27 de octubre de 2023

Sábado 28 de octubre, Fiesta de San Simón y San Judas, apóstoles.

 

Sábado 28 de octubre, Fiesta de San Simón y San Judas, apóstoles.

De la carta de san Pablo a los Efesios 2, 19-22 - Salmo 18,2-3.4-5

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 12-19

Había una pequeña aldea enclavada en las montañas, donde la gente vivía en paz y armonía. Cada año, en la fiesta de San Simón y San Judas, los habitantes se reunían en la iglesia del pueblo para celebrar la generosidad y la compasión, dos virtudes que estos apóstoles habían representado en sus vidas.

Un año, un forastero llegó al pueblo justo antes de la festividad. Era un hombre solitario, con una mirada cansada en sus ojos y la ropa harapienta. Nadie sabía quién era ni de dónde venía, pero los aldeanos decidieron darle la bienvenida y permitirle unirse a la celebración.

La víspera de la festividad, todos se congregaron en la iglesia, con velas encendidas y canciones de alabanza. El forastero se sentó en un rincón, mirando la escena con timidez. La noche transcurrió con oraciones y relatos de los actos de bondad realizados por San Simón y San Judas, quienes habían ayudado a los necesitados a lo largo de sus vidas.

Al final de la noche, cuando todos se disponían a regresar a sus hogares, un joven del pueblo se acercó al forastero. Le ofrecemos una manta para protegerse del frío y un poco de pan y queso para comer. El forastero agradeció con lágrimas en los ojos y dijo: "Nadie me ha tratado con tanta amabilidad en mucho tiempo. ¿Por qué me ayuda, cuando ni siquiera saben quién soy?"

El joven respondió y respondió: "Lo hacemos en honor a la generosidad y la compasión de San Simón y San Judas. Ellos nos enseñaron a ayudar a los desconocidos y a compartir lo que tenemos con los demás. En su espíritu, te ofrecemos nuestro apoyo y amistad".

El forastero se sintió conmovido por las palabras del joven y se quedó en la aldea, donde con el tiempo se convirtió en un miembro querido de la comunidad. Aprendió las lecciones de generosidad y compasión que San Simón y San Judas habían enseñado y, a su vez, las compartieron con otros.

La fiesta de San Simón y San Judas se convirtió en un recordatorio anual de que, incluso en medio de la incertidumbre, la generosidad y la compasión pueden unir a las personas y cambiar vidas. La aldea siguió siendo un lugar donde se valoraban estas virtudes, y todos vivieron en armonía, siguiendo el ejemplo de los apóstoles.

Y así, cada año, la fiesta de San Simón y San Judas recordaba a la gente la importancia de la generosidad y la compasión en sus vidas.

Sábado 28 de octubre, Fiesta de San Simón y San Judas, apóstoles. 

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 19-22

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu. Palabra de Dios

 

Salmo 18,2-3.4-5
R/.
 A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. 
R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R/. 

                                                                Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 12-19

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos. Palabra del Señor


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