viernes, 24 de mayo de 2013


26  Domingo

LA SANTÍSIMA TRINIDAD 
Solemnidad Blanco. Misa: De la Solemnidad; Gl.; Cr.; Prf. propio. Leccionario Dominical C: Pr 8,22-31 / Sal 8, 4-5.6-7.8-9 (R. 2a) / Rm 5,1-5/ Jn 16,12-15. Oficio: De la Solemnidad; Te Deum. -Santísima Trinidad: Titular de la Catedral de Zipaquirá. Patrona del Vicariato Apostólico de Trinidad. Nuestra Señora de la Paz: Patrona ciudad de Leticia.

Habiendo terminado el caminar de la redención de la Iglesia Católica con la solemnidad del domingo pasado, iniciamos una exposición que hace parte de la doctrina de la Iglesia. En la celebración dominical pasada festejamos al Espíritu de Dios, hoy solemnizamos también el día del Señor con la meditación del misterio de Dios mismo, profundizando a la persona del Padre Dios, con el misterio llamado La Santísima Trinidad.  
La primera lectura extractada del libro de los proverbios, algunos de ellos de autoría del rey Salomón cuya finalidad fue dar instrucción moral, especialmente a los jóvenes, extracta su existencia como sabiduría de Dios desde antes de iniciar la creación de la obra material. El texto se exalta como la sabiduría que procede de Dios y que está contenida en las Sagradas Escrituras como Palabra que brota de su propia boca.
El Salmo 8 titulado Himno al Creador, contempla las maravillas de la creación: el cielo estrellado, el reflejo plateado de la luna, los animales al servicio del hombre, toda la creación proclama la grandeza y providencia del Creador. El hombre se ve pequeño ante la majestuosidad de la creación, y engrándese a su creador porque todo lo creado lo hizo por amor al hombre. En este mismo Salmo enaltece a su preferida creatura hecha a su imagen y semejanza, el hombre, todo lo creo para que el hombre los disfrutara y reconociera a su Dios como su eje.
La segunda lectura tomada de la carta que San Pablo escribe a la comunidad de Roma, ya en sus últimos días de vida, acerca de la paz que debe haber en la conciencia de todos los integrantes de la comunidad por haber sido fieles al seguimiento de Jesucristo. Este compromiso adquirió para todos el ser directos hijos de Dios. Doctrina que alentó a los integrantes de la comunidad a continuar y a dar la vida por el anuncio de la resurrección del Cristo, hasta alcanzar la perfección del amor en el resucitado, plenitud del Espíritu de Dios que envió para perfeccionar su creatura el hombre, ya no un ser material, sino ahora perfecto porque es un ser espiritual como Dios mismo.
El evangelio de Juan describe a las tres personas divinas implícitas en el discurso de Jesús. Él tiene todo un plan doctrinal para instruir a sus seguidores pero confía en que el Espíritu que inspiró la sabiduría de la Escritura Sagrada, se encargará de perfeccionar ese conocimiento en el corazón, mente y vida de los seguidores del Señor. El testimonio que los apóstoles predicarán es el conocimiento dado por el Mismo Espíritu, esencia del Padre.
Oración 
¡Oh Trinidad eterna! Tú eres un mar sin fondo en el que, cuanto más me
hundo, más te encuentro; y cuanto más te encuentro, más te busco
todavía. De ti jamás se puede decir: ¡basta! El alma que se sacia en
tus profundidades, te desea sin cesar, porque siempre está hambrienta
de ti, Trinidad eterna; siempre está deseosa de ver tu luz en tu luz.


Como el ciervo suspira por el agua viva de las fuentes, así mi alma
ansía salir de la prisión tenebrosa del cuerpo, para verte de verdad...


¿Podrás darme algo más que darte a ti mismo? Tú eres el fuego que
siempre arde, sin consumirse jamás. Tú eres el fuego que consume en sí
todo amor propio del alma; tú eres la luz por encima de toda luz...
Tú eres el vestido que cubre toda desnudez, el alimento que alegra con
su dulzura a todos los que tienen hambre. ¡Pues tú eres dulce, sin
nada de amargor!


¡Revísteme, Trinidad eterna, revísteme de ti misma para que pase esta
vida mortal en la verdadera obediencia y en la luz de la fe santísima,
con la que tú has embriagado a mi alma!



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