04 de marzo, Lunes
de la 3ª semana de Cuaresma* Feria. Salt. 3ª semana.
Primera lectura
Lectura del
segundo libro de los Reyes 5, 1-15a
En aquellos días, Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era hombre
notable y muy estimado por su señor, pues por su medio el Señor había concedido
la victoria a Siria.
Pero, siendo un gran militar, era leproso.
Unas bandas de arameos habían hecho una incursión trayendo de la tierra de
Israel a una muchacha, que pasó al servicio de la mujer de Naamán. Dijo ella a
su señora:
«Ah, si mi señor pudiera presentarse ante el profeta que hay en Samaría. Él lo
curaría de su lepra».
Fue (Naamán) y se lo comunicó a su señor diciendo:
«Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel».
Y el rey de Siria contestó:
«Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel».
Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siclos de oro, diez
vestidos nuevos y una carta al rey de Israel que decía:
«Al llegarte esta carta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo
cures de su lepra».
Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, diciendo:
«¿Soy yo Dios para repartir vida y muerte? Pues me encarga nada menos que curar
a un hombre de su lepra. Daos cuenta y veréis que está buscando querella contra
mí».
Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus
vestiduras y mandó a que le dijeran:
«Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta
en Israel».
Llegó Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la casa de
Eliseo. Envió este un mensajero a decirle:
«Ve y lávate siete veces en el Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio».
Naamán se puso furioso y se marchó diciendo:
«Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá, invocará
el nombre de su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la
lepra”. El Abaná y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas
las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio».
Dándose la vuelta, se marchó furioso. Sus servidores se le acercaron para
decirle:
«Padre mío, si el profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías
hecho? ¡Cuánto más si te ha dicho: “Lávate y quedarás limpio”!».
Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del
hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó
limpio.
Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de
Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:
«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel». Palabra
de Dios
Salmo 41, 2.3;42,3.4
R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de
Dios?
V/. Como busca la cierva, corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
V/. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
V/. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.
V/. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas 4, 24-30
Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo
aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando
estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo
el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de
Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en
tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino
Naámán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo
echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el
que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino. Palabra del Señor
04 de marzo, Lunes de la 3ª semana de Cuaresma. Feria.
Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 1-15a
Salmo 41, 2.3;42,3.4
Evangelio según
san Lucas 4, 24-30
relata un episodio en la
vida de Jesús donde él habla en la sinagoga de Nazaret. Aquí hay un resumen y
algunas consideraciones sobre la propuesta espiritual y teológica que presenta
este pasaje:
En este pasaje, Jesús regresa a su ciudad natal, Nazaret, y entra en
la sinagoga en el día de reposo. Se le pide que lea las Escrituras, y Jesús
elige el pasaje de Isaías 61, 1-2, que habla del Espíritu del Señor
sobre él para predicar buenas nuevas a los pobres, liberar a los cautivos y dar
vista a los ciegos. Después de leer el pasaje, Jesús afirma que esa profecía se
cumple en Él mismo. Sin embargo, en lugar de ser recibido con alegría y
aceptación, la gente en la sinagoga se muestra escéptica y cuestiona su
identidad y autoridad. Jesús responde mencionando ejemplos de profetas que
fueron rechazados en sus propias tierras. La respuesta de Jesús provoca la ira
de la multitud, y buscan arrojarlo por un precipicio, pero Él pasa a través de
la multitud y sigue su camino.
Desde una perspectiva espiritual y teológica, este pasaje destaca la
misión de Jesús como el Mesías y el cumplimiento de las profecías del Antiguo
Testamento.
Jesús se presenta como el portador del Espíritu del Señor y el
cumplimiento de las promesas de liberación y redención. La reacción negativa de
la gente en Nazaret ilustra la resistencia y falta de fe que a veces enfrenta
el mensaje de Jesús, incluso entre aquellos que le son cercanos.
En términos teológicos, este pasaje subraya la importancia de
reconocer a Jesús como el cumplimiento de las Escrituras y la necesidad de
aceptar su mensaje de liberación espiritual.
También sugiere que la fe y la aceptación de Jesús pueden
encontrarse fuera de los lugares esperados, ya que Jesús es rechazado en su
propia ciudad natal. Es fundamental recordar que diferentes interpretaciones y
enfoques pueden surgir al analizar textos religiosos, y los estudios teológicos
y comentarios de expertos pueden proporcionar perspectivas adicionales sobre
este pasaje específico.
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