25 de noviembre, Sábado de la 33ª semana del Tiempo Ordinario. Feria o Memoria Libre de Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir. Salt. 1a semana. Primeras Vísperas Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
Primera Lectura
LECTURA DEL PRIMER LIBRO DE LOS MACABEOS 6, 1-13.
En aquellos días, el rey Antíoco recorría las
provincias del norte, cuando se enteró de que había en Persia una ciudad llamada
Elimaída, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros:
escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro el de Filipo, rey
de Macedonia, que en otro tiempo había sido rey de Grecia. Antíoco fue allá e
intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la
ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle.
Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta
a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia
de que la expedición militar contra Judea había fracasado: Lisias, que había
ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los
judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos y el enorme botín de los
campamentos saqueados, habían derribado el ara sacrílega construida sobre el
altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta
como la de antes, y habían hecho lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al
rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que
tuvo una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí
pasó muchos días, cada vez más deprimido. Pensó que se moría, llamó a todos sus
amigos y les dijo: «El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena,
y me digo: ¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido,
yo, que era feliz y querido cuando era poderoso! Pero ahora me viene a la
memoria el daño que hice en Jerusalén, robando todo el ajuar de plata y oro que
había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judea, sin
motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de
tristeza en tierra extranjera.» Palabra de Dios.
SALMO 9, 2-3.4+6-16+19
R/. Gozaré, Señor,
de tu salvación.
Te doy gracias. Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.
Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido. R/.
Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
El no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá. R/.
Evangelio
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 20, 27-40.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos,
que niegan la resurrección y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito:
"Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese
con la viuda y dé descendencia a su hermano." Pues bien, había siete
hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se
casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último, murió
la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer?
Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: «En esta
vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida
futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán. Pues ya no
pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la
resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio
de la zarza, cuando llama al Señor: "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios
de Jacob." No es Dios de muertos sino de vivos; porque para él todos están
vivos.» Intervinieron unos letrados: «Bien dicho. Maestro.» Y no se atrevían a
hacerle más preguntas. Palabra del Señor.
Jesús responde a una
pregunta de los saduceos sobre la resurrección. Los saduceos no creían en la
resurrección, y le presentan a Jesús un escenario hipotético en el que una
mujer se casa sucesivamente con siete hermanos, ya que todos ellos mueren sin
dejar hijos. La pregunta de los saduceos se basa en la ley del levirato del
Antiguo Testamento, que establece que, si un hombre muere sin dejar
descendencia, su hermano debe casarse con la viuda para asegurar una
descendencia.
La respuesta de Jesús
destaca la realidad de la resurrección y la vida futura. Jesús les dice que, en
la resurrección, la gente no se casará ni será dada en matrimonio. En lugar de
centrarse en cuestiones terrenales como el matrimonio, Jesús destaca la
realidad de la vida eterna y la relación con Dios. Jesús también utiliza la
cita del Antiguo Testamento, en particular, se refiere al encuentro de Moisés
con Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3,6) para demostrar que Dios es el Dios de
los vivos, no de los muertos.
Por lo tanto, la propuesta
teológica espiritual que nos presenta el evangelista Lucas en este pasaje es la
afirmación de la resurrección y la importancia de la vida futura en la
presencia de Dios. Jesús enfatiza que la vida eterna supera las preocupaciones
terrenales y que la relación con Dios es el aspecto más fundamental de la
existencia después de la resurrección.
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