02 de abril. Martes de la Octava de Pascua.
Primera lectura
ectura del libro de los
Hechos de los apóstoles 2,14a. 36-41
El día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien
vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás
apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?».
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el
Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu
Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los
que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas
tres mil personas. Palabra de Dios
Salmo
32, 4-5.18-19.20.22
R/. La
misericordia del Señor llena la tierra
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esteran su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
Secuencia
(Opcional)
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Juan 20, 11-18
En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras
lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice: «¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda,
ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y
Dios vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha
dicho esto». Palabra del Señor
02
de abril. Martes de la Octava
de Pascua.
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 14a. 36-41
Salmo
32, 4-5.18-19.20.22
R/. La misericordia del
Señor llena la tierra
Secuencia
Lectura
del santo evangelio según san Juan 20, 11-18
narra el
encuentro de María Magdalena con Jesús resucitado fuera del sepulcro. Este
encuentro tiene varias implicaciones teológicas y espirituales dentro del
contexto de la octava de Pascua.
En este
pasaje, María Magdalena se encuentra afligida y llorando fuera del sepulcro de
Jesús. Su dolor y desconcierto son palpables, pero su encuentro con Jesús
resucitado cambia completamente su perspectiva. Cuando Jesús se le aparece y la
llama por su nombre, ella lo reconoce y se llena de alegría y asombro.
Esta
narrativa ofrece varias enseñanzas teológicas y espirituales: La
intimidad y el reconocimiento personal, La superación del dolor y la tristeza, La
importancia de la fe y la confianza, El papel de las mujeres en el ministerio
de Jesús.
En el
contexto de la octava de Pascua, este pasaje nos recuerda
la centralidad de la resurrección de Jesús en la fe cristiana y nos invita a
celebrar la victoria sobre la muerte y el poder transformador de la presencia
viva de Jesús en nuestras vidas. Nos anima a mantener viva nuestra fe incluso
en momentos de dificultad, confiando en que la resurrección de Jesús nos da
esperanza y nos capacita para vivir como sus discípulos en el mundo.
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